El puente que se ha planteado busca una elegancia y significación basada en la simplicidad y en la economía de medios, más propia, a nuestro juicio, de lo que debe de ser una inversión pública.

La propuesta se ha planteado evitando un formalismo desproporcionado en relación con las características técnicas del problema técnico a resolver. La longitud total del puente es de 90m, mientras que la luz total entre ejes de estribos se sitúa en el entorno de los 65 m; se trata por tanto de un vano relativamente modesto para lo que es la tecnología de puentes de estas primeras décadas del siglo XXI.

Teniendo en cuenta las condiciones de exposición ambiental del puente, se ha decidido no emplear arcos con cables o péndolas que requieren un mantenimiento cuidadoso y que tendrán que ser cambiados en el futuro, ya que suponen una hipoteca considerable para una Administración Municipal.

El puente propuesto es una reinterpretación novedosa de los que puede ser un puente tipo viga del siglo XXI, en el que la estructura de las vigas se “vacía” allí donde no es necesaria y en la que el canto variable expresa la demanda estructural a lo largo del puente. Las formas responden por tanto a una lógica estructural que hace que el puente presente un uso estricto de los materiales, consiguiéndose el efecto buscado de bienvenida pero con una contención formal y presupuestaria acorde con la premisa básica de empleo racional de los recursos públicos.

Por otra parte, en la idea de minimizar el coste de la obra, y de utilizar en lo posible las partes de la estructura existente que se encuentran en buen estado de conservación, la propuesta aprovecha totalmente los estribos del actual puente de Baskonia, planteándose una estructura simplemente apoyada en los mismos. De esta forma, la inversión se concentra fundamentalmente en el tablero, que es además el elemento más dañado y por lo tanto crítico del puente existente.