Esta obra surge de la idea de resolver un problema grave de interconexión peatonal entre diferentes espacios y edificios de la Universidad de La Laguna. La solución, ganadora de un concurso de ideas, se planteó como un sistema de conexiones que, al mismo tiempo, creaba un nuevo espacio urbano de calidad. Con su configuración en círculo, la obra resuelve todos los movimientos peatonales con eficacia funcional y sin sobrecoste. La estructura se ha proyectado con una sección en forma de “U”, cuyos elementos laterales tienen una mayor dimensión en aquellas zonas en las que los soportes están más distantes, adaptándose a los requisitos funcionales y resistentes. Los paramentos exteriores del tablero se pliegan para mejorar el comportamiento estructural y para romper visualmente las caras exteriores de la sección. El resultado es una obra que combina con robustez el cuerpo circular de la pasarela con los distintos elementos de acceso, creando un espacio urbano único: la nueva plaza de la Universidad de la Laguna.
CONCEPTO GENERAL
Ante una problemática tan compleja como la existente, FHECOR fue consciente de que la solución óptima, ideal, es más bien utópica, lo que no quiere decir que haya de adoptarse una actitud resignada, sino todo lo contrario. Se ha planteado también al principio que el objetivo consiste en dar con la mejor solución de compromiso entre todas las que cabe plantear.
Desde el punto de vista estructural, la solución propuesta es, en esencia, una viga curva continua en forma de anillo de 100 m de diámetro exterior, sustentada mediante un sistema de soportes puntuales dispuestos en las ubicaciones que menos afecten a los viales y, a priori, a los servicios, que resuelve todos los movimientos peatonales posibles entre los distintos puntos de acceso peatonal. Para ello se plantea una solución circular a la que acometen varias rampas, escaleras e incluso un ascensor que dan respuesta a las características peculiares de cada uno de los accesos.
DISEÑO
El tablero de la pasarela tiene un ancho útil de 3,70 m y se construye en acero. La sección está formada por una viga tipo cajón de canto variable y con forma cambiante para adaptarse a los condicionantes funcionales y estructurales existentes. Así, el mayor canto está siempre en los extremos de la sección, alcanzando un valor máximo de 2,50 m, que se reduce hasta desaparecer en aquellas zonas en las que se ha decidido abrir la pasarela al exterior, a los accesos.
La estructura presenta el canto máximo en el anillo exterior en las zonas más próximas a la TF-5, con el fin de mejorar el confort de los peatones, aislándoles del ruido del tráfico rodado. Por el contrario, cuando la pasarela se sitúa sobre los viales de la pasarela, y por el mismo motivo, el canto se sitúa en el borde interior del anillo, consiguiéndose así la protección de los usuarios.
El tablero se sustenta en una serie de apoyos puntuales realizados en hormigón armado, situados fuera del ámbito del paso de la TF-5 y del tranvía. De esta forma no hay que construir cimentaciones que afecten a la infraestructura existente.
El planteamiento estético de FHECOR, cuando concibe una estructura, es el de rendir tributo a la belleza a través de la sobriedad, de la sinceridad estructural, con nulas concesiones a lo superfluo, con respeto hacia lo pre-existente. Este planteamiento, quizás simple porque responde al ya aludido acercamiento platónico del concepto de belleza (“el resplandor de la verdad”), es esencialmente sincero. No se está creando una escultura: se está definiendo una pasarela cuya misión es dar servicio funcional de paso en las mejores condiciones operativas posibles. Ciertamente, para una sociedad avanzada como deseamos que sea, ya lo va siendo, la española, en un entorno como el tinerfeño, que es el marco de grandes obras de arquitectura, se convierte en necesidad el que, entre dichos servicios o cualidades que ha de reunir la obra, está el de la estética, el de la expresión artística que añada un plus valioso a la obra-función, que la obra añada eso que se ha dado en llamar “valor patrimonial” y que tiene una acepción algo vaga en lo cuantitativo pero que se entiende bien en lo cualitativo.
Un par de consideraciones más. La primera está relacionada con una cualidad adicional que deseamos para la solución: que sea compacta, en el sentido de cerrada, sin recovecos, de mínima superficie expuesta. La segunda idea es la del valor simbólico que representa la circunferencia, esa figura geométrica que entraña un magnetismo especial, máxime cuando se superpone a otra cónica como la elipse que constituye el eje de la glorieta actual. No obstante, antes de zambullirse en lo simbólico, conviene recordar que la razón de ser de la forma circular es la resolver a la perfección todos los enlaces posibles, como ya sucede en las glorietas convencionales que ha proliferado en nuestras intersecciones, especialmente desde la década de 1990, cuyo éxito funcional parece incontestable. Pero hay razones simbólicas a las que es imposible sustraerse: la perfección de la circunferencia, el que no tiene principio ni fin, ni jerarquía o prevalencia, lo cual no está reñido con la riqueza que aporta, desde diferentes puntos de vista, la contemplación del paisaje lejano, del cercano, de la glorieta central que preside la estatua del Padre Anchieta y, por qué no, de la propia obra.
La forma circunferencial, en fin, dota al conjunto de un espacio geométrico continuo de gran dinamismo visual. Se pretende, ya se ha señalado, algo más que resolver un problema funcional: se trata también de crear y estructurar un espacio reconocible con fuerte plasticidad, pero de formalismo sobrio.
Uno de los objetivos del proyecto, es realizar una obra que se perpetúe en el tiempo. Por eso se ha acudido a una solución compacta, que no requiere acabados especiales, ya que es la propia estructura la conformadora del espacio urbano que se crea.
Por tratarse de una estructura metálica, es fundamental que el proyecto incorpore los detalles que eviten la acumulación de humedad o suciedad que puedan afectar tanto a la durabilidad como a la apariencia de la obra, planteándose un sistema de drenaje acorde con la geometría de la estructura.
EPÍTOME
Se entiende que la propuesta que aquí se presenta, resuelve tanto los cruces e itinerarios peatonales indicados en el pliego del concurso, como cualquiera del resto de los itinerarios posibles. La pasarela de planta circular que se plantea otorga una gran flexibilidad desde el punto de vista funcional gracias a sus múltiples accesos.
El concepto prima el confort de los peatones y ciclistas, sin menoscabo de la mejora de la capacidad viaria de la glorieta. Función y forma se alían aquí para alumbrar una estructura en la que se aúnan eficacia resistente, economía y calidad plástica, que entendemos puede cumplir tanto con las expectativas del Cabildo de Tenerife como de los futuros usuarios de esta obra.