El túnel viario de María de Molina, que une el Paseo de la Castellana y la calle Velázquez con la N-II, en dirección Madrid - Barcelona, es el paso subterráneo urbano más largo de España y la mayor obra municipal emprendida en el conjunto de pasos subterráneos. El túnel, de un total de 2.171,00 m de longitud, absorbe el tráfico diario de salida de 30.000 vehículos.
En los tramos iniciales se proyectaron falsos túneles con pantallas y losas hormigonadas sobre el terreno. La excavación por debajo de ellas se realizó a posteriori para minimizar la afección al tráfico. Una vez alcanzada la profundidad adecuada, se decidió la ejecución del túnel con dos sistemas constructivos diferentes, dependiendo de los condicionantes que se encontrasen en cada momento.
En conjunto, el proyecto estuvo sujeto a una serie de factores singulares que requirieron la toma de soluciones estructurales extraordinarias.